Cómo los Lavaderos de Coches Pueden Evitar la Legionella y Cumplir la Ley 487/2022 con Turbopol

Los lavaderos de coches tienen un nuevo reto: cumplir con la estricta ley 487/2022 sobre la prevención de la legionelosis. Aunque sea algo desconocido para la mayoría de los usuarios, los sistemas de agua de los lavaderos son terreno fértil para esta peligrosa bacteria, especialmente cuando se usan tecnologías de tratamiento de agua que alteran las propiedades del agua de red.

Uno de los mayores culpables es el descalcificador salino tradicional, que para descalcificar, modifica el pH del agua y compromete la eficacia del cloro, facilitando el riesgo de legionella. Pero ¿cómo pueden los lavaderos cumplir con la ley y seguir ofreciendo un servicio impecable? La solución está en Turbopol, el descalcificador no salino que acaba con los riesgos sin alterar el pH ni eliminar el cloro.

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La pesadilla de Juan, el dueño de un lavadero de coches

Imagina a Juan, propietario de un lavadero de coches en Valencia. Durante años, ha usado un descalcificador salino tradicional para evitar que la cal dañe sus instalaciones y los coches de sus clientes. Sin embargo, con la entrada en vigor de la ley 487/2022, el miedo a la adaptación de su negocio a la normativa vigente empezó a quitarle el sueño. La nueva normativa exigía una prevención estricta, y aunque él confiaba en su sistema de descalcificación, una inspección reveló que su agua no cumplía con los estándares requeridos. El problema: el descalcificador salino estaba cambiando el pH del agua y anulando el efecto del cloro, aumentando el riesgo de legionela. Y es que no era para tomárselo a broma. El contagio por legionela era muy común en los lavaderos.

Juan pasó noches sin dormir buscando una solución. No podía arriesgarse a cerrar su negocio por no cumplir con la ley, pero tampoco podía sacrificar la calidad del lavado. Fue entonces cuando encontró Turbopol, un descalcificador no salino que mantenía las tuberías libres de cal sin alterar el pH ni interferir con el cloro. Y no solo consiguió que el descalcificador fuera un detonante para la posible propagación de esta peligrosa bacteria, sino que además ahorró un montón de costes y de quebraderos de cabeza. Y todo ello, sin alterar la calidad del lavado al que los clientes estaban acostumbrados.

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Explicación técnica: El problema del descalcificador salino y la solución con Turbopol

Los lavaderos de coches, como el de Juan, utilizan agua descalcificada para las dos primeras fases de lavado (prelavado y baño de espuma) y agua osmotizada para los siguientes dos (encerado y aclarado). El descalcificador salino tradicional, aunque efectivo para eliminar la cal, tiene un efecto secundario no deseado: altera el pH del agua. Esto se debe a que durante el proceso de intercambio iónico, no solo se eliminan los minerales que causan la dureza del agua, sino que también se liberan sales que modifican los parámetros físico-químicos del agua. Este cambio en el pH interfiere con la acción del cloro, que es el principal desinfectante contra la legionella. Además, el descalcificador salino tiende a atrapar el cloro residual, dejando el agua sin la protección adecuada contra bacterias.

Aquí es donde entra en juego Turbopol. A diferencia de los descalcificadores salinos, Turbopol no utiliza sales ni modifica el pH del agua. Su tecnología se basa en la disociación iónica de la cal, transformando el carbonato de calcio y magnesio (cal) en minerales (calcio y magnesio), de forma totalmente ecológica, dado que no emplea resinas, ni energía eléctrica, ni sodio, ni rechazo de agua salvo una pequeña autolimpieza cada tres días.

Esto permite que el agua fluya sin dejar residuos minerales, mientras que el cloro permanece activo y eficaz en su tarea de desinfección. Así, no solo se protege la instalación de las temidas incrustaciones de cal, sino que se asegura la seguridad sanitaria, reduciendo al máximo el riesgo de legionela.

Además, no requiere mantenimiento continuo, más allá de una revisión y puesta a punto anual, ni precisa de sal, ni de cambios de resina. Todo esto supone un ahorro económico muy sustancial frente a la descalcificación salina, eliminando más del 90 % de los costes y la supervisión continua que precisan. He ahí un quebradero de cabeza que se ahorran los propietarios de estos lavaderos.

Turbopol: el descalcificador ecológico no salino

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La importancia del agua osmotizada y la dosificación correcta del cloro

A diferencia de los lavaderos manuales, en los automáticos, una vez que se ha utilizado agua descalcificada para los primeros lavados, se recurre al agua osmotizada para los enjuagues finales, la cual se produce y almacena en depósitos, lista para ser utilizada en los lavados, lo que garantiza un acabado sin manchas. Dado que el proceso de osmotización elimina el cloro presente en el agua, se ha de añadir de nuevo mediante un sistema de dosificación, puesto que las autoridades exigen dicha presencia de cloro en los depósitos. Y para que el resultado a nivel de limpieza de los coches y prevención de los riesgos sanitarios sea el deseado, es crucial seleccionar el tipo y cantidad correcta de químicos durante el proceso de limpieza y, posteriormente, dosificar cloro adecuadamente para mantener la desinfección en niveles seguros.

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