Cuando se trata de asegurar que el agua que consumes sea segura y saludable, es importante comprender qué nos están ofreciendo. Sobre todo si vives en la costa mediterránea u en otras áreas con aguas duras, donde la calidad del agua puede ser un desafío.
Hablamos de aguas duras o blandas en función sobre todo de la cantidad de carbonato de calcio y magnesio (la cal presente en el agua), que legalmente está permitida porque no afecta a la potabilidad del agua, pero sí, y mucho, a su sabor y cómo nos sentimos al beberla.
La solución que se convirtió en un problema: la historia de un Felipe, el hostelero que optó por el agua filtrada
Había una vez un restaurante encantador ubicado en el corazón de una ciudad de la costa mediterránea. Como todo el mundo sabe, a lo largo del Mediterráneo las aguas son especialmente duras, por lo que el sabor del agua del grifo no resultada nada agradable. Por eso, Felipe, el propietario del restaurante servía agua embotellada. Eso sí, en botellas de cristal, que ya se sabe la contaminación que produce el plástico.
Un buen día Felipe recibió la visita de un comercial que le habló de la tendencia del agua filtrada y lo bueno que podía ser para la imagen de su establecimiento. Agua de primera calidad, en botellas de cristal de diseño exclusivo, con el logo de su restaurante, a través de un grifo con serpentín que proporciona agua fresca al instante. Y claro, Felipe quería estar a la vanguardia. ¿Cómo no iba a probarlo? El sistema no era económico, pero le explicaron que podía cobrar por la botella, como si fuera la que vendía hasta ahora. Felipe hizo sus números, y se lanzó a probar el sistema.
Hasta aquí todo bien, pero… ay, ay. Que no es lo mismo el agua de Madrid o de Galicia que el de la costa mediterránea. No es lo mismo tener un residuo seco en el agua de 30 a 50 PPM (partículas por millón) que de 300 a 800 PPM.
Al principio apenas hubo problemas, sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que surgiera el primer obstáculo. Felipe comenzó a recibir quejas de clientes que notaban un sabor extraño al agua cuando perdía su frescura. Porque el agua, al igual que el vino, si se sirve fría apenas se nota el aroma o el sabor. Cada vez más, los clientes pedían que se les cambiara el agua, se negaban a pagar por ella e incluso ya no volvían.
Finalmente, Felipe comprendió que tenía que optar por otra solución. O seguía con ese sistema, pero con agua osmotizada, capaz de purificar el agua dura en agua blanda, o bien volver a las botellas de agua mineral en cristal.
La historia de Felipe es la de muchos hosteleros, porque esta situación se repite una y otra vez con distintos protagonistas.
¿Es buena el agua filtrada?
Muchas personas recurren a sistemas de filtración de agua para mejorar la calidad del agua del grifo. Estos sistemas utilizan filtros que atrapan partículas y algunos contaminantes, como el cloro. Sin embargo, es importante entender que la filtración tiene sus limitaciones, especialmente en áreas con aguas duras.
Cuando hablamos de filtrar el agua, hay varias formas. Una es utilizar una jarra con un filtro, lo cual desde Sansopol no recomendamos, puesto que apenas conseguimos atrapar el cloro que hay en el agua. Es decir, estamos DESPOTABILIZANDO el agua, quitándole aquello que nos protege de cualquier sustancia o microorganismo presente en dicha agua que pudiera dañar nuestra salud. Es por ello por lo que hemos de consumirla tras filtrarla o tenerla en frío y cerrada antes de consumirla.
El siguiente paso sería el tradicional filtro de sedimentos acompañado de uno o dos filtros de carbón (granulado y block). Lo que llamaríamos filtración y ultrafiltración. Con ellos atrapamos la arena y otras partículas disueltas en el agua, así como el cloro. Es una solución aceptable en aguas ligeramente duras. Pero desde luego no lo es con aguas duras.
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