¿El agua que llega a nuestros grifos, es realmente segura para nuestra salud?
Pues lo cierto es que depende. Ante todo, ha de ser potable, lo que significa que cumple con los parámetros legales establecidos en las Leyes que regulan el agua en España, como por ejemplo el Real Decreto 3/2023 por el que se establecen los criterios técnico-sanitarios de la calidad del agua de consumo, su control y suministro, o el Real Decreto 487/2022 respecto para la prevención y el control de la legionelosis.
En cada sorbo de agua, nos encontramos con una mezcla compleja de elementos, y no son pocos, sino que encontramos hasta 700 componentes diferentes, incluso arsénico, cianuro, hongos y bacterias. Muchos de ellos son inofensivos y, de hecho, esenciales para nuestra organismo. Pero muchos otros no son precisamente buenos para nuestra salud. Hablamos de metales pesados, sodio, sulfatos, nitratos, cloro, etc. Sin embargo, el riesgo radica en qué cantidad de dichos compuestos encontramos. Las leyes establecen los máximos permitidos, a partir de los cuales se considera que esa toxicidad ya no es aceptable. Y la otra cuestión es si, aunque estén dentro de los límites permitidos por la ley, planteen riesgos para nuestra salud a largo plazo.
En este artículo, exploraremos a fondo la presencia de nitratos en el agua, un problema creciente en muchas urbanizaciones. ¿Cómo afectan estos nitratos a nuestra salud? ¿Qué dicen las leyes estatales y locales al respecto?
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El problema de los nitratos en los residenciales: la historia de los Ana y Juan
Ana y Juan, una joven pareja, tras trabajar duro y cierta prosperidad económica, deciden embarcarse en una nueva etapa en la vida, hacia una tranquila zona residencial, alejada del bullicio de la ciudad. La idea era sencilla, vivir en una casa más grande, con jardín, junto a la la anciana madre de ella, que precisaba tranquilidad y sosiego, y sus dos niños de 4 y 6 años, para criarlos en un entorno más saludable. Se mudaron a este rincón apacible, ignorantes de la desagradable sorpresa que les aguardaba.
Al llegar, la familia se encontró con una bienvenida inesperada, en forma de advertencia, tanto en los carteles del Club Social del residencial, como en la revista que repartían periódicamente entre los vecinos: «Se recomienda evitar el consumo de agua del grifo a mujeres embarazadas, ancianos, bebés menores de 6 meses, o quienes padezcan enfermedades digestivas». Las alarmas resonaron en la mente de Ana, la futura madre, y Juan, su esposo. A la preocupación se sumó la mirada inquieta de la madre de Ana, María, de 82 años.
La razón detrás de este inusual consejo era una presencia preocupante de nitratos en el agua que superaba el límite legal, alcanzando los 100 mg/l en lugar de los permitidos 50 mg/l. Una cifra que resonaba con gravedad, especialmente para una mujer embarazada, niños y ancianos.
La familia se veía condenada a depender de agua embotellada, preocupándose del aprovisionamiento constante desde el supermercado o bien dependientes de los carísimos sistemas de agua embotellada en garrafas con dispensador. A esto se sumaba la preocupación por la contaminación plástica, dado que Ana posee una creciente conciencia ambiental, sobre todo desde el momento que tuvo a su primer hijo.
Fue entonces cuando Agua Sansopol entró en escena, ofreciendo la solución a este problema.
Esta historia se repite una y otra vez a lo largo y ancho de la geografía española. Encontramos zonas residenciales, donde el precio por metro cuadrado es muchísimo más alto, ofreciendo calidad de vida, pero no así calidad de agua potable. Un mal trago, nunca mejor dicho, para quienes allí se trasladan a vivir.
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¿De dónde provienen los nitratos?
El viaje de los nitratos al agua potable comienza mucho antes de que alcance nuestros grifos. Básicamente proviene de la actividad agrícola, sobre todo debido al uso desmesurado de fertilizantes nitrogenados y de estiércol, que contribuyen a la acumulación de nitratos en el suelo. Estos compuestos nitrogenados, al entrar en contacto con el agua de lluvia o el riego, se infiltran en los acuíferos subterráneos, llevando consigo una carga significativa de nitratos.
Y también de la contaminación de acuíferos y pozos. Son reservas subterráneas de agua, y acumulan las sustancias disueltas en el agua de lluvia o provenientes de actividades humanas. Los nitratos, al alcanzar estos acuíferos, pueden contaminar el agua subterránea. Además, los pozos utilizados para extraer agua pueden convertirse en conductos directos de nitratos al suministro de agua doméstica.
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¿Qué ha pasado en la Manga del Mar Menor?
Básicamente es una emergencia ambiental, una devastación por contaminación de nitratos. Un problema que ha cobrado un alto precio en la vida acuática y ha dejado a la comunidad local atónita.
El exceso de nitratos en el agua, derivado principalmente de actividades agrícolas, ha alimentado la proliferación descontrolada de algas, fenómeno conocido como eutrofización, cubriendo la superficie del agua y afectando la transparencia. A medida que estas algas florecen y mueren, se descomponen, consumiendo gran cantidad de oxígeno en el agua, impidiendo así la vida marina. Los peces y otras especies acuáticas se ven atrapados en este entorno inhóspito, provocando la mortandad masiva de peces, sumiendo a la región en la tristeza y la indignación.
Esta zona de La Región de Murcia, conocida por su turismo y la actividad pesquera, no solo sufre ahora la pérdida de biodiversidad, sino también el impacto económico negativo.
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Transformación de Nitratos en Nitritos, el verdadero riesgo para la salud humana
Aunque los nitratos en sí mismos no son tóxicos, su transformación en nitritos en el cuerpo humano puede acarrear riesgos para la salud. Los nitritos, al combinarse con ciertos compuestos presentes en el organismo, pueden dar lugar a la formación de nitrosaminas, sustancias con propiedades cancerígenas.
Además, la exposición continua a niveles elevados de nitratos se asocia con la metahemoglobinemia o «síndrome del bebé azul», al emplear agua contaminada con nitratos en la preparación de biberones. Esta afección afecta principalmente a los bebés menores de 6 meses, siendo el grupo de mayor riesgo, y se caracteriza por la reducción de la capacidad de la sangre para transportar oxígeno, lo cual se traduce en fenómenos de asfixia interna. Esto es visible en un bebé por el efecto de cianosis, es decir, coloración azul de los labios y los dedos de las manos y de los pies.
Sin embargo, esta intoxicación no ocurre en niños de mayor edad ni en adultos, en los que
al existir una acidez gástrica más elevada no se produce una proliferación bacteriana en los
tramos altos del intestino, por lo que no ocurre esta reducción de nitratos a nitritos.
La vulnerabilidad de los grupos de riesgo, tales como embarazadas, ancianos, bebés menores de 6 meses o personas con problemas digestivos, radica precisamente en la capacidad del cuerpo para metabolizar los nitratos, siendo estos grupos más propensos a sufrir los efectos negativos.
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¿Cómo tratar el agua para evitar los nitratos?
Agua Sansopol puede proteger el agua y tu salud combatiendo la contaminación por nitratos. ¿Cómo? A través de sus avanzados equipos de purificación de agua. En concreto, a través de las máquinas de ósmosis inversa de última generación. Un proceso avanzado que va más allá de la simple filtración. Mediante el uso de membranas semipermeables, la ósmosis inversa elimina de manera efectiva los contaminantes, incluidos los nitratos, proporcionando agua de alta calidad y segura para el consumo, agua saludable.
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